Día Europeo de la Prevención del Cáncer de Piel
El cáncer de piel es un tumor maligno que crece en las células de la piel y representa el 40% de todos los cánceres. En España su incidencia va en aumento de forma significativa (un 7% cada año, de manera que en los últimos 25 años se ha duplicado). Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es el cáncer más frecuente y cada año se diagnostican dos millones de casos nuevos en el mundo.
Factores de riesgo:
Los agentes que intervienen en la aparición del cáncer de piel son varios:
La genética de la persona; las agresiones exteriores nocivas (productos químicos, los pesticidas, el arsénico, fármacos inmunosupresores, algunos virus,…); y, sobre todo, la radiación solar ultravioleta.
La radiación solar es la agresión más importante y, por este motivo, hay que evitar sus quemaduras. “Una quemadura solar, sobre todo en la infancia, puede desarrollar en un futuro un cáncer de piel. Y a más quemaduras, más posibilidades”. Esto no significa que haya que demonizar al sol. “El sol es bueno e imprescindible para la vida, y no podemos culpar al sol del cáncer del piel, igual que no podemos culpar a la comida de la obesidad. Simplemente hay que aprender a relacionarse con el sol”
Así, es básico conocer la piel y las consecuencias de un exceso de sol en forma de quemadura solar, a corto plazo, y en forma de envejecimiento cutáneo, arrugas, flacidez, manchas e incluso cáncer de piel, a largo plazo.
¿Cómo se manifiesta el cáncer de piel?
Cualquier parte de la piel puede desarrollar un cáncer ya que cualquier célula cutánea es capaz de propagarse de manera autónoma e ilimitada invadiendo los tejidos vecinos y conformando un cáncer de piel. “El cáncer de piel tiene diferentes grados de malignidad que dependerán de su capacidad de extensión local, regional o de su impacto en el resto de órganos del cuerpo y aunque se manifiesten de formas diferentes, cualquier lesión (grano, costra, cicatriz, herida, bulto, peca…) que aparezca, cambie, sangre o crezca y no tienda a la curación o empeore debe ser controlada por un dermatólogo. La gran mayoría de los cambios y lesiones en la piel no son un cáncer, pero hay que consultarlo con el especialista, ya que un diagnóstico precoz supone la curación.
¿Quiénes son más propensos a padecerlo?
Las personas que tienen poca melanina (pigmento que protege la piel del sol), con ojos claros y cabello rubio o pelirrojo, y que se queman con facilidad al tomarlo, cuentan con 20 y 30 veces más posibilidades de tener cáncer de piel que las morenas que se broncean con facilidad. Del mismo modo, los pacientes con un deficiente sistema inmunitario (defensas) están también más debilitados frente a la aparición de un tumor cutáneo. Las personas con nevus atípicos (lunares de forma irregular y un poco más grandes de lo habitual) o que los tengan en gran cantidad (más de 20) también tienen más posibilidad de aparición de cáncer de piel (este tipo de pacientes suelen tener también una historia familiar o personal de cáncer de piel, factores que por sí solos indican un mayor riesgo). También hay que tener en cuenta que en los países con más insolación, cercanos al ecuador terrestre, la incidencia es más alta en la población de piel clara con fototipos desprotegidos.
¿Cómo hay que protegerse del sol?
Se deben evitar las horas del día con mayor irradiación con la “regla de la sombra” que permite saber cuándo estamos en riesgo de insolación. “Si hay sol hay sombra y mientras que la sombra se va alargando, disminuye el riesgo de insolación. En cambio cuando la sombra que proyectamos es casi inexistente significa que el riesgo de insolación es muy alto y tendremos que protegernos” nos explica el doctor. Así cuando nuestra sombra desaparece, se recomienda tomar otras medidas fotoprotectoras que nos protejan del alto riesgo: indumentaria adecuada (sombreros, ropa apropiada,…), gafas de sol con filtro (polarizadas),… y para las zonas corporales descubiertas recomienda aplicar cremas de protección (filtros solares, bloqueadores solares, cremas anti solares, pantalla solar…) siempre que se exponga al sol.
¿Cómo podemos protegernos con la alimentación?
Nosotros te recomendamos la conocida como dieta solar, que cosiste en tomar alimentos o complejos vitamínicos que consiguen disminuir el daño de los rayos solares. Se trata de una acción terapéutica complementaria a nivel celular, ya que la dieta proporciona un ambiente protector base, gracias a los agentes antioxidantes que abundan en la dieta mediterránea: carotenos, ácidos grasos insaturados (aceite de hígado de bacalao y pescados), selenio, polifenoles del té verde (y en menor medida el negro), picnogenol (extracto de pino francés), resveratrol (que se encuentra en las uvas y el vino tinto), ácido ferúlico (estabilizador de las vitaminas C y E), etc